Estrellas y Borrascas

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ASTRONOMÍA

Planetas con dos soles

Imagen virtual del paisaje cósmico desde Kepler-16b. (Ilustración: NASA/JPL-Caltech/T. Pyle)

La estrella Sirius A, en el centro, y su compañera Sirius B (abajo izquierda, apenas visible como un punto de luz), una enana blanca que orbita en torno a su hermana mayor. El sistema de Sirius sólo es posible resolverlo ópticamente para observar ambas componentes en determinadas épocas, cuando la separación entre ambas es máxima. En los próximos años las condiciones serán favorables para ello. (Foto: NASA, H. E. Bond&E. Nelan-Space Telescope Science Institute, M. Barstow&M. Burleigh-University of Leicester, J.B. Holberg-University of Arizona)

La NASA difunde estos días el hallazgo de un planeta que orbita alrededor de dos estrellas. Está a 200 años luz de aquí y se trata, por tanto, de un planeta extrasolar, es decir, que pertenece a otro sistema solar distinto al nuestro. Se llama Kepler-16b, ya que ha sido descubierto con el telescopio espacial Kepler, y es un planeta gaseoso como Júpiter y Saturno. En efecto, se trata de la primera confirmación científica de que existen planetas que orbitan en torno a sistemas estelares binarios, o sea formados por dos soles. El nuestro, como ya sabemos, tiene una sola estrella, que es el Sol, por lo que aquí, sobre la Tierra, no disfrutamos de amaneceres y atardeceres dobles como los que se producen en Kepler-16b. Sin embargo, la realidad es que esta noticia sólo tiene de nuevo la confirmación oficial de algo que no sólo se sabía, sino que es la norma en el Universo como ya conocían todos los astrónomos y observadores del cielo. El Sistema Solar, es decir, la corte planetaria formada por el Sol, la Tierra, Marte, Júpiter y sus hermanos forma parte de la excepción, puesto que la inmensa mayoría de los sistemas estelares de la Vía Láctea, nuestra galaxia, están formados por dos o más estrellas. Se trata, pues, de sistemas dobles o múltiples, en los que es frecuente encontrar dos, cuatro, seis, o más estrellas. Kepler-16b tampoco es, por tanto, gran cosa al margen de que haya permitido constatar lo que era de dominio público.

Estrellas binarias y múltiples

Entre los observadores del cielo, que han hecho de la astronomía la gran afición de su vida, uno de las actividades más sugestivas es el estudio de las estrellas dobles. Se llama así, en el argot astronómico, a los sistemas estelares binarios, en los que hay al menos dos estrellas. No son necesarios ni el Kepler ni el Telescopio Espacial Hubble para poder contemplar estas maravillas. La mayoría del instrumental al alcance de un aficionado permite ver las estrellas binarias más hermosas, algunas de ellas con un contraste de colores impresionante. Después de una velada echando un ojo al cielo nocturno, el observador se convence de que en la Tierra somos pobres en estrellas, porque nos hemos de conformar con un único sol cuando la inmensa mayoría de los sistemas estelares son múltiples. Al mirar por el telescopio y ver algunos de ellos entra en juego la imaginación, y no es difícil recrear con la mente atardeceres y amaneceres con varios soles como los que se dan en Kepler-16b

Uno de los casos más sobresalientes es Mizar, estrella de la Osa Mayor, la popular constelación boreal. Una vez localizada en el cielo, las personas con buena vista se dan cuenta de que junto a Mizar hay otra estrella más tenue que parece acompañarla. Se trata de Alcor, que no tiene nada que ver con ella realmente pero se halla en la misma perspectiva visual y, sólo aparentemente, forman un sistema binario, aunque no lo es. La sorpresa surge después, cuando uno se olvida de Alcor y centra el telescopio en Mizar, que aparece entonces como una estrella binaria real, ya que la ampliación de imagen permite la resolución necesaria para separar los dos soles. El telescopio separa Mizar en dos lucecitas estelares.

Pero en las noches estivales y de principios de otoño, la estrella binaria destacada es Albireo. Se encuentra en la constelación del Cisne y es sumamente fácil de localizar con el telescopio más sencillo si usamos un planisferio o mapa celeste. Cuando levantamos la cabeza para mirarla a simple vista se insinúa como una estrella apagada y sin pena ni gloria, pero una vez en el campo óptico del telescopio contemplamos algo inimaginable: dos soles, sí, pero uno con tonalidades doradas y el otro azulado. Es uno de los espectáculos cromáticos de culto en la literatura astronómica. Si hay planetas allí, el paisaje celeste debe ser impresionante.

La "doble doble" y el Trapecio de Orion

En la constelación de Lyra, cercana a la del Cisne y también visible en esta época del año, podemos encontrar Epsilon Lyrae muy cerca de la famosa estrella Vega, en la que está ambientada la novela Contact de Carl Sagan, en la que a su vez se basó la película del mismo título. Epsilon Lyrae no llama la atención al quedar eclipsada en el cielo por su vecina Vega, pero al enfocarla con un telescopio a baja potencia o con unos sencillos prismáticos, se ve enseguida que se trata de un sistema estelar múltiple y dos estrellas se presentan ante nosotros. Hasta ahí todo normal. El impacto se produce cuando en el telescopio cambiamos el ocular por uno de gran aumento, porque esas dos estrellas que veíamos inicialmente se multiplican y aparecen a su vez cada una de ellas acompañadas de otras dos compañeras más. Es decir, que a ojo desnudo vemos una; con prismáticos aparecen dos y con telescopios a gran aumento observamos cuatro. Los aficionados de todo el mundo la llaman la "doble doble"

Mucha gente ha oído hablar de la Nebulosa de Orion. Situada a unos 1.500 años luz de distancia, es uno de los criaderos estelares de la Vía Láctea, en el que nacen estrellas que alimentan la población de la galaxia. En el telescopio se presenta con una forma similar a la de una mariposa y matices azulados, algo mágico. Pero una vez que se ha deleitado con la propia nebulosa, el observador repara en que en su corazón está el Trapecio, un sistema joven de cuatro estrellas principales y varias más de menor tamaño y brillo que forman un verdadero cúmulo estelar recién nacido de la nebulosa madre. Es uno de los mayores tesoros del firmamento.

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"Aun a pesar de tener relojes rotos en los baúles, en las Nubes de Magallanes se guardan los más absolutos y recónditos momentos"

Carmen Cortelles

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