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CLIMA

La ola de frío de 2001

Imagen de satélite de España del 24 de diciembre de 2001, en la que se ve el notable manto de nieve sobre el cuadrante noreste peninsular. (© Eumetsat 2001)

Gráfica del termógrafo del Observatorio de Torremocha del Jiloca durante la ola de frío de diciembre de 2001.

El termógrafo es uno de los mejores instrumentos que puede utilizarse en las observaciones meteorológicas. En sus gráficas quedan inmortalizados muchos fenómenos atmosféricos: llegada de temporales de nieve, tormentas estivales que bajan la temperatura 15 °C en una hora, olas de frío.

La gráfica del termógrafo del Observatorio de Torremocha del Jiloca (Teruel) de los días 22 al 30 de diciembre de 2001 es representativa y muy parecida a lo que debe haber sucedido en algunas de las olas de frío más famosas, y no sólo en el triángulo Teruel-Calamocha-Molina de Aragón, sino también en muchas otras zonas conocidas por sus fríos intensos: Albacete, Ávila, picos de Urbión, la comarca catalana de la Cerdanya, Riaño y otros puntos de León, etc.

Hablo de similitudes a grandes rasgos con olas de frío como las de enero de 1945, enero de 1952, diciembre de 1963, las navidades de 1970-71 y febrero de 1983, por citar sólo algunas. En todas éstas, como en la de diciembre de 2001, hubo un proceso bastante similar en el que a una o varias advecciones de aire polar con nevadas sucedieron uno o varios días con noches despejadas, viento en calma y terreno nevado que favorecieron espectacularmente descensos térmicos muy acusados por la intensa irradiación sobre el suelo nevado. En estas condiciones es en las que habitualmente los observatorios más propicios han registrado mínimas por debajo de los –20 °C en diferentes zonas de España.

Del análisis de la gráfica os destaco algunos detalles:

  • En el caso de Torremocha y el resto de Teruel, los días 22 y 23 se produjo la nevada más intensa durante la advección fría que se produjo esos días en España. Después, el mismo día 23 hubo una estabilización, el cielo despejó y transcurrió prácticamente una semana entera de tiempo estable, sin viento, con aire frío estancado, noches despejadas y suelo completamente nevado.
  • Las fechas se ven en la parte de abajo de la gráfica del termógrafo. Las líneas rojas gruesas de trazo vertical ovalado son las que delimitan los días y señalan las 00 horas de cada día. Este instrumento es de registro mensual y en cada día las divisiones marcadas con las tres líneas rojas intermedias, menos gruesas y también verticales, corresponden a las 6,12 y 18 horas. En el observatorio se usa el tiempo universal, no el oficial, es decir, una hora menos para invierno y dos menos en verano. Dado el poco espacio que hay para cada día en un termohigrógrafo de registro mensual, al colocar la plumilla puede haber también menos precisión en la selección hora, por lo que en los datos puede haber un desfase del orden de una o dos horas, que no afecta, por supuesto, a los datos de temperatura, sino al momento en que éstos se producen.
  • El día 23, después de las nevadas mencionadas, la temperatura baja en picado por la tarde-noche una vez que se ha despejado el cielo. Desde los –4 que había aproximadamente a las 18-19 horas solares (las 19-20 oficiales), la temperatura cae a –20 en torno a la medianoche o primera hora de la madrugada del día 24. La mínima del día 24 fueron –25,2 en Torremocha y –25 en la estación cerana de Alfambra.
  • El día 24, después de la mínima de –25,2 la máxima fue de unos gélidos –8,4. A quien esta máxima le pueda parecer demasiado baja le sugiero que haga la resta: –25,2 de mínima y –8,4 de máxima equivalen a una diferencia de 16,8 °C, que es mucho. Esto explica algunos precedentes anotados en el valle del Jiloca, como los –16 de máxima que se han dado en algunas olas de frío en Monreal del Campo (Teruel) después de mínimas de –28 el mismo día.
  • Es destacable la caída térmica de la tarde del día 24: después de la máxima de –8,4, el descenso térmico es tan espectacular que a última hora de la tarde ya se llega a –22, con lo que durante la madrugada siguiente la temperatura permanece más o menos estable y la mínima del día 25 “sólo” baja a –23,5.
  • La máxima del día 25 fueron –8,0, similares a los de la jornada anterior, y la mínima del 26 llegó a –22,8. La tarde anterior ya se alcanzaban los –20. Estos datos son reveladores, porque muestran que muchas veces la caída térmica en estas especiales condiciones no es lenta y pautada hasta el final de la madrugada (como suele ocurrir sin el suelo nevado), sino que el enfriamiento se produce en sólo unas pocas horas, desde el momento de la máxima diurna hasta finales de la tarde-principios de la noche. Hay que recordar que en diciembre ya es de noche a las seis de la tarde.
  • En los días siguientes se mantiene el frío intenso, con tres días más de mínimas inferiores a los –19, pero se aprecia una lenta subida térmica. El corte de la ola de frío llega el día 29, con una entrada cálida y un rápido deshielo en las dos jornadas siguientes.
  • Como debió suceder en las navidades de 1970-71 y algunas otras, el termómetro permaneció bajo cero demasiado tiempo. En diciembre de 2001 estamos hablando de al menos 150-200 horas seguidas de helada extrema. Esto explica por qué en Teruel se recuerda aquel mes como “el de los fontaneros”, porque no dieron abasto para arreglar tuberías y calefacciones.

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Carmen Cortelles

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