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CLIMA

Mitos y realidades sobre los récords meteorológicos

La cara norte del Cilindro de Marboré. (Foto: Nacho Azcárate/Wikipedia)

Vista del embalse cordobés de Guadalmellato. (Foto de Antoni M. Cabrera)

Fríos y calores evocan cada año los mitos del clima, que en España tienen como protagonista al número 50. No es por casualidad, sino porque desde hace mucho tiempo en los foros relacionados con el clima y la meteorología se debate si en algún lugar de la península Ibérica se han superado alguna vez los 50 ºC y, también, en el polo opuesto, si en alguno de los episodios fríos más importantes de la historia se ha llegado hasta la friolera de los -50 ºC.

De acuerdo con los datos oficiales de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), eso nunca ha ocurrido, de forma que, a primera vista, sólo parece eso: un mito. Pero las cosas no son tan sencillas y tal vez sea cierto que alguno de los días más tórridos de la historia de España la temperatura ha rebasado o alcanzado los 50 ºC en algún lugar de la mitad sur de la Península . Hay varias fechas del siglo XIX y principios del XX en las que puede haberse llegado a ese valor extremo, que en una visión planetaria nos habla de lugares de clima inhóspito, como el Valle de la Muerte en California y El Azizia, en Libia, cuyo observatorio ostenta el récord mundial de calor: 57,8 ºC el 13 de septiembre de 1922.

Guadalmellato, agosto de 1916

En España, uno de los episodios más conocidos es el de agosto de 1916, mes en el que al parecer se superaron los 52 ºC en el embalse cordobés de Guadalmellato, aunque el dato no está reconocido oficialmente al dudarse de su fiabilidad. Sin embargo, Inocencio Font Tullot, uno de los grandes climatólogos españoles, le dio la vuelta a la tortilla al juzgar aquel acontecimiento y, sin entrar en su veracidad, siempre sostuvo que ciertamente los 50 ºC pueden haberse superado —y pueden superarse— en las zonas más propicias de España, como el valle del Guadalquivir. Y si Font Tullot pensaba así en una época en la que la red meteorológica era más bien escasa, ahora que hay termómetros y estaciones meteorológicas por todas partes no sería extraño que algún verano nos llevemos una sorpresa.

Junto al episodio de Guadalmellato, en los anales climatológicos aparecen otros hitos, como los 51 ºC de Sevilla en 1876 o los 49,8 ºC (50 redondeando) observados en esta misma capital andaluza el 11 de julio de 1873, pero tampoco gozan del beneplácito de la meteorología oficial. El dato válido que nos marca el máximo calor sufrido en España según los registros oficiales es patrimonio de Murcia: 47,2 ºC el 4 de julio de 1994. Ése es el récord estatal de calor vigente, que nos recuerda un verano, el de 1994, que también trajo récords a otras zonas del Mediterráneo. Pero en una perspectiva para el conjunto de España, quizá lo de los 50 ºC deje de ser un mito algún día y se convierta en realidad. Aunque lo parezca, no es ninguna barbaridad, y no es descabellado pensar que ese umbral se ha rebasado alguna vez en las zonas más cálidas de España, tal vez en lugares donde ni siquiera había termómetros para medir semejante infierno.

¿50 bajo cero en el Cilindro de Marboré?

Lo que no cuadra es el otro mito, que concierne a los famosos fríos de febrero de 1956, que helaron hasta la última naranja en los campos valencianos e hicieron correr el rumor de que se habían alcanzado los –50 ºC en el Pirineo Aragonés, concretamente en el Cilindro de Marboré. Lo de Sevilla y Guadalmellato fueron observaciones reales que, posteriormente, no se han admitido al considerarse que no fueron registradas adecuadamente, pero lo de los -50 del Cilindro de Marboré ni siquiera consta en los archivos climatológicos, De esas mismas fechas es el récord oficial de frío en España: -32 ºC en el Estany Gento (Lleida), pero de ahí a los -50 media un abismo, a diferencia de los tres escasos grados que separan los 47,2 de Murcia del mito de los 50. Que se superen los 50 ºC en el solar ibérico tiene su lógica, pero que baje el termómetro a -50 va más allá del mito. Aunque también es cierto que al clima le encanta romperlos.

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