2021-09-24
En 1816 se produjo el llamado "año sin verano", tras la erupción ultrapliniana del volcán Tambora, una de las mayores de todos los tiempos. Sus aerosoles vomitados violentamente a la estratosfera causaron un enfriamiento planetario al reducir durante años la radiación solar. Aquel verano, Europa y otras zonas del hemisferio norte vieron arruinadas sus cosechas y se produjo una extraordinaria hambruna en un episodio que permanece en la memoria 200 años después. En este artículo se analizan aquel gran acontecimiento y los protagonizados por otros volcanes, como el Pinatubo en 1991. Asimismo, se aborda un aspecto poco conocido de las grandes erupciones volcánicas: su influencia en la observación de los eclipses de Luna a causa de la turbiedad atmosférica, ya que la presencia de partículas volcánicas en la alta atmósfera modifica la dispersión de la luz y repercute en los colores rojizos que muestra la Luna durante la fase de totalidad. Tanto a la erupción del Tambora como a la del Pinatubo siguieron eclipses de Luna extraordinariamente oscuros, mientras que en épocas de escasa actividad volcánica las tonalidades cromáticas son más brillantes y saturadas, como ilustran las fotos del autor de los eclipses de 1985, 1989, 1997 y 2000. Por tanto, las alteraciones observadas en los eclipses de Luna delatan las grandes erupciones volcánicas.
Fotografía: Eclipse de Luna del 17 de agosto de 1989 durante la fase de totalidad, captado desde el Observatorio de Torremocha del Jiloca. (Foto: Vicente Aupí)
"Aun a pesar de tener relojes rotos en los baúles, en las Nubes de Magallanes se guardan los más absolutos y recónditos momentos"
Carmen Cortelles
Estrellas y borrascas
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