2018-12-17
Aunque la nieve sea uno de los símbolos de la navidad, en España son evidente mayoría los años en los que no vemos ese meteoro en tan señaladas fechas. Es lo que podemos considerar normal en nuestro clima, bastante más cálido que el de los países del centro y norte de Europa, donde no es nada raro celebrar las fiestas sobre un tapiz blanco. Pero eso no impide que en el recuerdo de los españoles pervivan algunas navidades blancas memorables. Entre las más destacadas, las de 1962, 1970 y 2001 si llevamos nuestra memoria hasta mediados del siglo XX. En la primera de ellas, ciudades como Barcelona vivieron una de las mayores nevadas del siglo pasado, y en el caso de 1970, salvo en muy pocos lugares, nevó en casi toda España y el temporal se prolongó hasta Reyes. La de 2001 dejó un poco de todo: nieve, cencelladas y frío intenso en toda la mitad oriental peninsular. La nieve tiene algo mágico que nos hace rememorar nuestras vivencias cuando estuvo presente, y esa certeza cobra mayor protagonismo en nuestra memoria cuando lo hace en navidad, a la que solemos asociar el blanco meteoro en nuestra imagen idealizada de estas fechas de celebración en familia. Realmente, el origen de ese vínculo hemos de buscarlo en la fase final de la Pequeña Edad de Hielo, en el siglo XIX, cuando no sólo hacía más frío que en la actualidad, sino que nevaba con más frecuencia, especialmente en la Inglaterra victoriana, desde la que se extendió al resto de Europa el símbolo de las navidades blancas.
FOTOGRAFÍA: Nevada de las navidades de 1962 en Barcelona, una de las más recordadas de la historia de la capital catalana. (Foto: Xavier Agramont)
"Aun a pesar de tener relojes rotos en los baúles, en las Nubes de Magallanes se guardan los más absolutos y recónditos momentos"
Carmen Cortelles
Estrellas y borrascas
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