Atardecer desde el paseo inferior que jalona el puente Galata. Al fondo, la silueta de la mezquita de Süleimaniye. Los hilos que cuelgan son de las cañas de los pescadores situados en la parte superior, sobre la barandilla del puente. (Foto: Vicente Aupí)
La luz rasante del Sol baña este invierno la ciudad que une dos mundos. En Estambul, la puerta que abre Europa a Asia y Asia a Europa, donde conviven dos continentes en una ciudad que parece un país pero que realmente es un planeta, los gatos dormitan al tibio sol que satura los cálidos colores de Santa Sofía mientras las gaviotas sobrevuelan la vecina Mezquita Azul. Los habitantes y los turistas disfrutan en la legendaria encrucijada de un luminoso diciembre, tal vez uno de los más cálidos que se recuerdan en el hemisferio norte. En el puente Galata, que cruza el Cuerno de Oro para unir la antigua Constantinopla con el nuevo Estambul, los pescadores se multiplican en las barandillas como actores de un paisaje indescriptible en el que el observador no alcanza a contemplarlo todo; una parte de Estambul siempre se escapa, como los innumerables barcos que van y vuelven de una orilla a otra del Bósforo, cuya atmósfera no sólo está cargada de humedad, sino también de la abrumadura historia de este lugar. Cuesta creer que el Gran Bazar, el principal cebo turístico, fue otro día el mercado de los turcos, pero lo acontecido aquí se revela paso a paso al callejear por Beyazit, Sultanahmet, Eminonu y Sirkeci. Diciembre, como muchos otros meses, es época de lluvias en Estambul, donde lo habitual es que al cabo del año se recojan más de 800 litros por metro cuadrado de precipitación, el doble de lo que cae en la mayor parte de la España mediterránea. Pero este cálido y seco diciembre de 2011 la lluvia no diluye los aromas que se respiran en el aire: desde la calle se huelen las cachimbas y junto al Bazar de las Especias el tostadero del café más aromático del mundo invita a sentarse y recrearse en la luz, los sonidos, los olores, los sabores y las texturas de la ciudad de los sentidos.
Estambul, 9 de diciembre de 2011
"Aun a pesar de tener relojes rotos en los baúles, en las Nubes de Magallanes se guardan los más absolutos y recónditos momentos"
Carmen Cortelles
Estrellas y borrascas
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