Estrellas y Borrascas

En el 18 aniversario del año sin verano de la tragedia de Biescas

Aquél fue uno de los años sin verano. En España la actividad tormentosa fue muy intensa, alcanzando su clímax el 7 de agosto de 1996, día en el que una colosal avenida destruyó el camping Las Nieves de Biescas (Huesca), donde murieron 87 personas ahogadas o arrastradas por las aguas desbocadas del barranco de Arás, cuyo cauce artificial no soportó el caudal bíblico que se desplomaba desde la cabecera. A escasos kilómetros de allí la atmósfera parecía escenificar simplemente una típica tormenta vespertina de agosto, pero el núcleo convectivo se estancó en el peor lugar para recordar que los periodos de retorno están escritos en los conos de deyección de las grandes torrenteras y barrancos de España, donde la naturaleza se encarga continuamente de advertir que no deben confundirse los riesgos del cambio climático con los de una mala ordenación territorial y la especulación urbanística. No es necesario que cambie el clima para que los ríos se lleven por delante asentamientos humanos mal emplazados, y el suceso de 1996 en Biescas es uno de los mejores ejemplos de esta certeza. En el 18 aniversario de aquella tragedia convendría rememorar que el peligro ya se conocía muchos años antes de aquella fatídica tarde, que para algunos sólo supuso unas vacaciones rotas. Para otros fueron las últimas.