Estrellas y Borrascas

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CIELO Y TIERRA

Amor por la nieve

Molina de Aragón y las orillas del río Gallo tapizadas de nieve el 28 de abril de 2013. (Foto: Óscar Pardo de la Salud)

30
ABR
2013

Si el viento es el fenómeno meteorológico más odiado, la nieve seguramente es el más amado. Se da en él una de las expresiones más sublimes de la naturaleza, que cautiva a la mayoría de la gente, desde los niños a los mayores. Hasta los perros y otros muchos animales sienten el impulso de jugar revolcándose sobre ella. Ese manto blanco nos habla de la máxima pureza y, como dice mi amigo Óscar Pardo de la Salud, nos hechiza con su sensación de movimiento envuelta en el silencio. Con la nieve "todo cambia: el paisaje, la sensación, la luminosidad y hasta el aroma del aire", dice Óscar, que comparte conmigo la certeza de que ver cómo nieva es uno de los placeres indescriptibles de la naturaleza, "como la llama del fuego en una chimenea, el agua que corre en un río o el romper de las olas del mar". Las nevadas de este mes de abril han dibujado caras de asombro en quienes las han vivido. Los habitantes de Teruel salían a sus portales y se asomaban a las ventanas para observar con incredulidad la copiosa cortina de copos, que en este temporal se ha estancado comno por arte de magia sobre el triángulo del polo del frío, que forman Teruel, Calamocha y Molina de Aragón. En esta última población y sus alrededores, la gran nevada del 28 de abril de 2013 dejó estampas para el recuerdo que entrarán por derecho propio en los anales de la climatología española.

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Carmen Cortelles

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