Estrellas y Borrascas

Pronóstico incierto para la meteorología española

La reciente decisión del Gobierno de España de reformar la administración para evitar duplicidad de funciones y reducir los costes económicos afecta de lleno al ámbito de la meteorología. Desde la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) se han escuchado voces abogando por la eliminación de algunos de los organismos que también desempeñan actividades y funciones meteorológicas en comunidades autónomas como Cataluña, Galicia y el País Vasco. Es una situación compleja, que exige una meditada reflexión y en la que la discusión política no es precisamente la mejor consejera. El fantasma de la desaparición se cierne sobre instituciones como el Servei Meteorològic de Cataluña, fundado en 1921 por Eduard Fontserè, cuya historia, trayectoria y aportaciones han supuesto, incuestionablemente, una de las grandes contribuciones a la meteorología española. La premisa de que es necesario evitar duplicidad de competencias no puede llevarnos a ignorar de un plumazo la historia, el legado y la utilidad presente de instituciones que han estado a la vanguardia de la meteorología, algo que fue especialmente evidente en el servicio creado por Fontserè en una época en la que la meteorología española adolecía de numerosas carencias. La red de observatorios creada desde 1921 ha permitido obtener un extraordinario patrimonio científico que se concreta en la multitud de datos climatológicos de los que se dispone hoy, amén de la indudable vocación de servicio público de esta institución para millones de ciudadanos. Por otra parte, la mencionada reforma y su conveniencia o no en el caso de la meteorología, no debería eclipsar de nuestra atención el cambio de gran trascendencia que afectará en los próximos meses a la Aemet, como es la desaparición de los Grupos de Predicción y Vigilancia (GPV) y la centralización de la mayor parte de los servicios predictivos en el Centro Nacional de Predicción de Madrid, iniciativa que no tiene nada que ver con duplicidades de competencias y que obedece exclusivamente a la reforma administrativa interna de la propia Aemet, reforma que da un vuelco completo y contradictorio a las funciones de predicción y vigilancia meteorológica logradas y asentadas en España en las tres últimas décadas y que se forjaron tras los gravísimos temporales de lluvias torrenciales ocurridos en octubre y noviembre de 1982 en diversas comunidades autónomas. Evitar duplicidad de funciones es de sentido común, pero seguramente lo es más garantizar la mejor información y vigilancia meteorológicas para la sociedad.