Estampa otoñal en el Parque Nacional de Ordesa, (Foto: Vicente Aupí)
El sábado pasado, 21 de septiembre, estrenamos el otoño astronómico. Estamos en los días en los que la duración del tiempo de luz es prácticamente igual que la de las horas de oscuridad. El equinoccio significa precisamente éso: que el día y la noche son iguales, es decir, que duran lo mismo. Pero a medida que transcurran los días se notará claramente que la noche gana terreno, porque el Sol se pone antes y tiende a retrasarse al amanecer. De momento, con el horario de verano que aún tenemos hasta el último domingo de octubre, las tardes no parecen otoñales. En cambio, por la mañana es cuando más se nota que ya no estamos en verano y que el otoño es una realidad. En las próximas semanas, además, empezarán a perder sus hojas los árboles caducifolios, sobre todo en las tierras del interior, donde refresca más. El otoño vestirá de color el paisaje, con un claro dominio del amarillo, pero también con tonos rojos y ocres. En España hay muchas manchas boscosas en las que el paisaje brinda verdaderos espectáculos otoñales, como en los Pirineos, donde el Parque Nacional de Ordesa es un excelente ejemplo. Sin embargo, una de las zonas más famosas del mundo por este motivo son los bosques de Nueva Inglaterra, en Estados Unidos, donde a finales de septiembre y durante el mes de octubre se produce un estallido de color que proporciona uno de los más bellos espectáculos del mundo natural.
"Aun a pesar de tener relojes rotos en los baúles, en las Nubes de Magallanes se guardan los más absolutos y recónditos momentos"
Carmen Cortelles
Estrellas y borrascas
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