Campos de cebada bajo el cielo vespertino de abril entre Torremocha y Sierra Palomera. (Foto: Branimir Alexandrov)
Nubes, astros, siluetas... El paisaje se recorta como nunca en los cielos del Jiloca durante este mes de abril de 2013, en el que el aire frío y limpio del norte satura de colores la naturaleza. El Sol y un cielo azul tan oscuro que es casi negro disfrazan durante el día los fríos tardíos de esta primavera, con hielos nocturnos propios de pleno invierno. La primavera turolense revela dos climas opuestos: el del día y el de la noche, que luchan entre sí con oscilaciones diurnas de la temperatura cercanas a los 30 ºC. Aunque la radiación solar es tan intensa como la de finales de agosto, el suelo está todavía frío tras el reciente invierno y, por ello, las madrugadas aún son heladoras. Estas noches de primavera son las que despiden a Orion en el firmamento. La constelación más famosa se diluye en la perspectiva para ocultarse detrás del Sol durante la primera parte del verano y regresar al final del mismo, cuando reaparece al amanecer por el horizonte este. La desaparición de constelaciones como Orion hace que el cielo nocturno de primavera quizá no sea tan espectacular como el de invierno y verano, al menos a simple vista, porque a través de los telescopios es la época de enfocar el cielo más profundo para intuir el aspecto de las galaxias de Virgo y Coma Berenices.
Torremocha del Jiloca, 22 de abril de 2013
"Aun a pesar de tener relojes rotos en los baúles, en las Nubes de Magallanes se guardan los más absolutos y recónditos momentos"
Carmen Cortelles
Estrellas y borrascas
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