Estrellas y Borrascas

Esquiando por las
calles de Barcelona

No es ningún cuento. Hace justamente medio siglo fue posible esquiar por el centro de Barcelona. En la navidad de 1962 la ciudad condal vivió una de las mayores nevadas de su historia, que fue extensiva a otras zonas del Mediterráneo, pero marcó allí un hito climatológico inmortalizado en numerosas fotografías que mostraban imágenes insólitas como la de grupos de esquiadores practicando su deporte favorito en la plaza de Cataluña. Después de aquello, la nieve ha vuelto a caer en varias ocasiones en la segunda ciudad más poblada de España, pero no ha vuelto a verse aquel espesor extraordinario. Lo cierto es que en los años 60 la nieve tuvo un especial protagonismo en el cálido Mediterráneo. El 11 de enero de 1960 las calles de Valencia se vieron nevadas por última vez. Los episodios de nieve que se han producido después no han sido lo suficientemente intensos para cubrir de blanco esta ciudad. Pero respecto a los años 60, febrero y diciembre de 1963 marcaron otro hito, ya que la nieve hizo acto de presencia en numerosas zonas de la fachada mediterránea española. Este bello meteoro, seguramente el que más gusta a la gente, escaseó en los años 80 y 90, pero durante la primera década de este siglo recobró cierto protagonismo en muchas zonas cercanas al Mediterráneo. El problema -¿o la ventaja?- para que la nieve cubra de blanco Valencia o Barcelona es que la isla de calor urbana de ambas ciudades es ahora mucho más grande e intensa que a mediados del siglo XX, por lo que incluso en temporales de frío intenso el calor de edificios y calles derrite la nieve y hace más difícil que cuaje.