Estrellas y Borrascas

Escarcha al amanecer

La atmósfera está serena, el cielo despejado y estamos en pleno mes de diciembre, en el que las noches son las más largas del año en el hemisferio norte. Son las condiciones favorables para que hiele durante la madrugada y para que, por la mañana, camino del trabajo, sea visible un manto blanquecino en los campos y jardines. La escarcha es protagonista, incluso en lugares cercanos a la costa mediterránea española, a pesar de lo cual no estamos inmersos en ninguna ola de frío. Son los hielos de radiación, los típicos del invierno en España, cuando la estabilidad atmosférica permite que en las horas de oscuridad se pierda hacia las capas altas de la atmósfera el escaso calor acumulado durante el día en la superficie gracias al Sol. En las tierras del interior se registran heladas sin paliativos, con temperaturas mínimas que van de los 0 a los -5 ºC, o incluso menos. Pero en la costa y el área prelitoral se producen situaciones engañosas: las temperaturas mínimas, en muchos casos, no bajan de 0 y se quedan en torno a los 2 o 3 ºC, pero los coches y los parques amanecen con una capa de hielo. ¿Cómo es posible? En primer lugar, porque a ras de suelo, a la altura de la hierba, con cielo despejado y calma, las temperaturas pueden ser de 2 a 5 ºC inferiores a las que se registran a un par de metros de altura o en los balcones de nuestras casas. Y también porque el metal de los coches está más frío y la humedad que se deposita sobre él se congela por contacto. Es un fenómeno que conocen muy bien los agricultores, acostumbrados a ver las huellas del hielo en sus huertos a pesar de que los termómetros, a la altura normal, dicen otra cosa.